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¿Kirchnerlandia o Argentina? Esa es la cuestión

Publicado: 2011-10-23

Con los resultados ya plasmados, tras recorrer el nuevo mapa político y ver la algarabía de una multitud en la Plaza de Mayo, y en otros centros neurálgicos del país, anoche la Argentina parecía transformarse en “Kirchnerlandia”. El país de los Kirchner.

Nada más ni menos apabullante que lo que ya estaba escrito en el libreto de estos comicios de ayer que terminaron ingresando en la historia. La presidenta Cristina Kirchner fue reelecta con el mayor porcentaje de votos desde la recuperación de la democracia en 1983 y con la mayor diferencia sobre su inmediato seguidor desde la performance de Juan Perón en septiembre de 1973. Un resultado que es fruto de múltiples factores.

Después de un traspié electoral en 2009 que fue la coronación de una serie de errores políticos tras el cambio de posta en 2007 entre los miembros del matrimonio, la presidenta logró y supo enderezar el barco cuando muchos pensaban que sucumbiría.

Amén de la ausencia de estrategia en varios aspectos importantes de su gestión, el kirchnerismo fue el único sector de la vida política argentina que apostó a la política. Algo que los diversos grupos de la desvalorizada oposición fueron, uno a uno desechando en estos años. Principalmente después de las legislativas del 2009. No supieron leer ese resultado como no interpretaron lo que había ocurrido tras la muerte de Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010.

El deceso del ex presidente y la “complicidad” de esa oposición que ayer terminó lejos, muy lejos de cualquier expectativa, son dos de la razones de este presente de la mandataria y de esa mayoría en las dos Cámaras que le permitirán gobernar con comodidad durante los próximos cuatro años. Pero no son las únicas. La presidenta supo desactivar conflictos que su esposo generaba con facilidad. Mientras la economía global, los altos precios de las comodities le dieron un envión a su gestión y a los números del país. Crecimiento económico, desempleo controlado y un boom del consumo que prefiguró una Argentina de los sueños para un electorado con una tendencia histórica a dejarse seducir por el incremento del circulante en la calle y por el dólar barato. Aún cuando luego la fiesta se pague con creces. Antecedentes inmediatos de esto sobran en la historia inmediata de la Argentina. Los primeros años de la dictadura militar (1976-1983) y la primera etapa de menemismo (1989-1999), están ahí a tiro de pasar por el archivo para refrescar la memoria.

Nada indica que Argentina vaya a retomar esa senda errática que desembocó en la terrible crisis del 2001. Pero es evidente que ahora, con el resultado ya consumado, llegó la hora de atender al llamado de la realidad. De ensamblar el discurso con los problemas irresueltos. La pobreza (Si, la pobreza), preparar a la economía para posibles efectos de la crisis global y para la eventualidad de que China, el principal comprador de Soja argentina, decida enfriar su economía. Rearmar las estadísticas, impulsar la industrialización del país, son algunas de las asignaturas pendientes. Principalmente cuando algunos de sus hombres cercanos, como el vicepresidente Amado Boudou o el gobernador bonaerense Daniel Scioli, tienen aún su corazón teñido de neoliberalismo.

La oposición no parece con espacio para reclamar mucho. Pero la presidenta tiene la oportunidad histórica de saber administrar semejante triunfo. Ante la tentación de muchos de los integrantes del gobierno de profundizar la polarización, ella, puede ratificar eso que propaló a lo largo de la campaña: “gobernar para todos los argentinos”. Incluso para ese 45 por ciento que no la votó. Saber diferenciar a sus verdaderos enemigos de los periodistas que responden a los cánones universales de la profesión y siguen –a diferencia de muchos otros- a prudente distancia del poder (a los que las elucubraciones de su gobierno quiso convertir en el principal frente opositor) o abrir el diálogo a otros sectores, mostraría que este tercer acto del kirchnerismo habría ganado calidad democrática. Justo ahora, que con el resultado de ayer se consolidó el sistema de partido dominante y todo parece indicar que se inaugura la transición hacia otro de partido único.

Esas serían excelentes señales de grandeza política amén de la hinchazón de votos. Una demostración de que esa Kirchnerlandia que se veía anoche, seguirá siendo, con sus particularidades, con su cultura peronista y sus diferencias, un país austral llamado Argentina.


Escrito por

josevales

Soy José Vales y dicen que nací en el policlínico Eva Perón de General San Martín, en 1962. Que soy periodista desde 1985 y en los ratos libres se los dedicó al café. Dicen que después de años de vendedor (voceador o canillita)de periódicos en la vía pública y


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