Enemigos reales e inventados
Hay gobiernos que atacan. Unos lo hacen contra la guerrilla y otros contra los periodistas. Unos consiguen éxitos políticos mostrando el cadáver del número uno de las FARC, Alfonso Cano y otros sólo se quedan con el aliciente de poner a la prensa como el principal enemigo de un modelo de país, que hasta los que acaban de votarlo, ignoran de que se trata. Si de uno basado en la distribución de la riqueza y el combate a la pobreza (el que viene perdiendo sin atenuantes) o el que busca un ajuste bien disimulado para regresar a los mercados de crédito después de casi 10 años de ausencia obligada. En eso está el kirchnerismo militante y la presidenta Cristina Kirchner, después de su paso por la Cumbre del G-20 y se reunión con Barack Obama.
Colombia fue y será noticia esta semana. El presidente Juan Manuel Santos, demostró con la cabeza de Cano, que si bien se esmera en ser distinto a su antecesor y ex jefe político, Alvaro Uribe, no abandona la represión a la guerrilla. Esa que se conoce con el eufemismo de "Política de seguridad democrática".
Ahora fata conocer te se conocerá quién reemplazará a Cano, el hombre del liderazgo efímero si se lo compara con el del histórico Manuel Marulanda ("Tirofijo") al que había sucedido en marzo de 2008. Tal vez podrá verse con más nitidez que el jefe guerrillero caído en combate, era el mejor posicionado dentro de la insurgencia para avanzar en una negociación de paz. Ahora, cuando pasaron las emociones que generó la noticia, no son pocos los que en Colombia esperan una etapa de mayor actividad militar. Tanto desde las Fuerzas Armadas como desde la guerrilla, que ya muestra diversas fracturas y una gran debilidad, militar. Su escasa fuerza política ya no es noticia. Viene agudizándose desde la ruptura de las negociaciones de paz en febrero de 2002, que favorecieron el ascenso de Uribe al poder.
Para Santos fue todo ganancia. Re-posicionó su gobierno y reconcilió a los militares con el establishment y con la opinión pública, que ya venía cuestionando su accionar.
En Argentina, los ataques son contra enemigos más inermes y al parecer más peligrosos que cualquier grupo armado. Enemigos inventados o confundidos por el propio Gobierno que necesita enemigos y si es, como en este caso, a un bajo costo mejor.
El pasado jueves 3, en la sede de la Universidad de Palermo, un grupo de más de 300 periodistas (entre los que se encontraba este corresponsal), participaba de la primera jornada del VI Congreso del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA). Los disertantes eran Magdalena Ruiz Guiñazú y Jorge Lanata. El tema la libertad de prensa. Desde uno de los edificios lindantes comenzaron las agresiones verbales, defendiendo al gobierno y uno de los programas que integran su batería televisiva de propaganda "6,7,8". En un instante los insultos dieron lugar a un ensayo de Intifada criolla. Nadie resultó herido el tema no pasó a mayores, pero puede verse como una advertencia de cómo el discurso del gobierno contra los periodistas, no sólo deriva en una polarización, sino en un camino de ida en dirección a la violencia. Políticos descalificando a analistas, embajadores acusando a corresponsales por lo que escriben del país de estar aliados con grupos mediáticos locales en los medios oficiales, enrarecen el panorama. Y ya que a los funcionarios kirchneristas y a los embajadore(a)s les encanta Joan Manuel Serrat, vale que interpreten ver la letra cuando la tararean en el auto: "no esperes a que un hombre muera para saber que todo corre peligro..."
El periodismo es una profesión de riesgo. Se admite pero no se justifica como se justifica la muerte de decenas de colegas mexicanos o centroamericanos a manos del narco y del delito organizado. Agredir a un periodista es como pegarle a un borracho. No existe cobardía más vil que tomársele con un ebrio, de la misma forma que para los ladrones de prosapia estaba hasta no hace mucho robarle a aquellos que trabajan. Paradójicamente, los agredidos por estos días aquí, fuimos muchos de los mismos que en su condición profesional de perros guardianes de los distintos gobiernos. Denunciaron abusos cuando no se podía hacerlo, durante la dictadura. En tiempos cuando muchos de los que hoy están en el poder, estaban en el exilio. Muchos de esos mismos periodistas que investigaron la corrupción del menemismo -como lo hicieron en el gobierno de Fernando De La Rúa o en este mismo-, muchos de ellos eran funcionarios o callaban cómplices. Y lo que es más llamativo, muchos de esos periodistas acusados de "antipatrias", son los mismos que firmaron petitorios para que muchos ellos, pudiesen regresar al país cuando los jueces de la dictadura aún sobrevivían en democracia. Con lo cual, "ministros, secretarios, embajadore(a)s, señora presidenta. Compatriotas. Hemos luchado mucho por rescatar la memoria para que ustedes la pierdan una vez en la fiesta del poder", parodiaba un profesor universitario días pasados en medio de un debate, en plena clase.
Otras batallas menos culturales tienen preocupada a Cristina Fernández de Kirchner (CFK), Darle forma más o menos convincente, una patina progresista al ajuste fiscal del que esta semana comenzará a conocerse los primeros datos. Los recortes de subsidios anunciados días atrás (para ahorrar 600 millones de pesos, según Amado Boudou, ministro de economía y vicepresidente electo), ahora serian para dejar de gastar más de 20 mil millones. O sea 4,8 mil millones de dólares. No en vano la señora presidente, se amigó con Obama, le pidió apoyo para acercar posiciones en el Club de París y reclamó "un capitalismo en serio". Con dos tipos de dólar ya funcionando en un mercado que estos días dará muestras de si acepta o no el parche monetario puesto a andar la semana anterior.
Así se va prefigurando la nueva versió CFK 2011-2015. El pragmatismo, ese sinónimo más ajustado del peronismo, puede permitirlo. Por ahora la jefa de Estado dio tibias señales de moderación de su discurso, en su necesidad de ajustarlo a una realidad que puede ser más dura de lo que se cree hasta ahora. Por eso sería muy positivo, que mientras otros gobiernos tienen bien identificados a sus enemigos (aún cuando a estos la muerte parezca fortalecerlos) otros siguen empecinados en confundir al suyo. Con una oposición inexistente, con los poderes fácticos a su favor, los enemigos del kirchnerismo no son los periodistas, sino esa que siempre se trató de obviar. La economía y ese que se refleja en su propio espejo. Ellos mismos.