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El mal de muchos y la impronta de "Isidoro Cañones"

Publicado: 2011-11-14

Las voces de la calle se mezclan y confunden. Se confunden. Los votos andan por un lado y las broncas por el otro. Tiempo de disociaciones. Principalmente entre las cuestiones electorales y los problemas reales. Esos que hacen falta resolver y se postergan o los encargados de hacerlo no atinan con la solución. Por aquí abajo no son pocos los que miran hacia España en vísperas del anunciado descalabro socialista del próximo domingo o celebran la caída (¿momentánea?) de "IL Cavaliere", Silvio Berlusconi, remplazado por un economista.

A sabiendas como operan los economistas cuando deben gobernar, con el bisturí afilado y sin anestesia. No faltan los que se alegran por ello. Los que acostumbrados a ser protagonistas de una indignación crónica, ahora lo miran a la distancia. Pero ahí si que hay que aprender de los chinos y otras sociedades orientales y venerar a los mayores. Al menos escucharlos y saber que cuando hablan, lo hacen por viejos y no por sonsos. Y los viejos por aquí abajo tienen un dicho que ayuda en esta ocasión: "mal de muchos consuelo de tontos."

Y no hay mucho espacio para tonterías en tiempos de crisis global. El viento de cola para la economía sudamericana comienza a mermar y hay que meter las manitas en el barro si lo que no se quiere es ponerse a competir en un mundial de la indignación con españoles, italianos y con gentes de otras nacionalidades, para demostrar que, si no es un fútbol, acá seguimos siendo campeones en algo. En movilizaciones, formar de enfrentar crisis recurrentes y salir de las mismas con cierta velocidad y muchos parches.

Indignados sobran. Desde la Puerta del Sol hasta Wall Street y seguramente llegarán a Il Campidoglio romano en unos días más. Pero aquí abajo no somos la excepción. Los miles y miles de jóvenes chilenos y colombianos que bajo las banderas de educación para todos se vienen manifestando desde hace meses, que esta semana que pasó hicieron recular al exitoso presidente Juan Manuel Santos con su proyecto de privatizar completamente la educación, salen a la calle con otros broncas más profundas que la defensa del derecho a la educación. Se manifiestan contra un cúmulo de necesidades insatisfechas desde hace años. Contra la ausencia de un futuro previsible una vez que -a cambio de una fortuna considerable, que en muchos casos tardarán décadas en pagar-, consigan un diploma para colgar en la sala. Lo advirtió hace meses el presidente Sebastián Piñera pero no hizo mucho. Lo entendió en los últimos días Santos y no sabe aún para dónde salir. En ambos casos, los mandatarios buscan soluciones sin contradecir sus convicciones neoliberales, puestas por los jóvenes en cuestión.

El chileno apostó al desgaste de los estudiantes y el colombiano a ganar tiempo. Pero en ambos casos la bronca crece. Cuenta con apoyo en vastos sectores sociales, aún cuando nunca conocieron los beneficios de la educación pública gratuita y de calidad, como alguna vez tuvieron países como Uruguay y Argentina, donde sigue siendo gratis aún cuando la calidad la jugaron en una inmensa piñata numerosos gobiernos en las últimas cuatro décadas.

Esta semana los estudiantes, con su indignación a cuestas, volverán a marcar la agenda en Chile y en Colombia. Pero también la marcarán otros indignados más extraños como los argentinos que en maza ratificaron a la presidenta Cristina Kirchner aunque los edificios se agrieten y se derrumben en "la reina del Plata", muchos compatriotas de maten en rutas arcaicas, y el que viaja no puede comprar dólares ni tampoco subirse al avión porque un conflicto entre sindicatos kirchneristas y la propia presidenta, obligó a reprogramar vuelos.

Conviviendo ya con un mercado paralelo y la incertidumbre de los mercados,, cuyo culpable, según Máximo, el hijo de la mandataria y hasta la propia mandataria, ambos en privado, sería el ministro de Economía y vicepresidente electo, Amado Boudou, esta semana económica podría ser de definiciones en Argentina. Se habla desde una pesificación de depósitos en dólares hasta controles más férreos en el mercado de cambios. Una suerte de corralito cambiario como para festejar los 10 años del recordado corralito que acorraló a millones de ahorristas y al gobierno de Fernando De la Rúa.

Ahora, con las cenizas de la fiesta electoral y del consumo que caracterizó a la Argentina de los últimos meses, muchos kirchenristas se animan a esbozar alguna crítica. Un recordado personaje de comics argentinos, es "Isidoro Cañones". Un magnate, heredero de una familia millonaria, que se dedicaba a la buena vida de play boy, a la juerga constante y dilapidar billetes en casinos y en fiestas. Así supieron apodar algunos de sus compañeros de gabinete a Boudou cuando lo vieron montado en una Harley Davinson, viviendo en pisos de cinco mil dólares el metro, tocando la guitarra con los rockeros de turno o encabezando el baile del trencito, el día del triunfo en las primarias, emborrachado de poder. Casi como emulando al mismísimo "Isidoro Cañones".

Por eso es más atinado regodearse menos con la situación europea y atender rápido la propia.

Hay que recordar como se hizo hincapié desde este espacio más de un vez, que a Boudou no le sobran herramientas técnicas y políticas para manejar la economía con Néstor Kirchner en ausencia. Se caía de maduro que nadie en su sano juicio, si lo que quiere es impulsar un capitalismo en serio -como dijo la presidenta Kirchner a sus pares del G-20., no se puede confiarle la economía a Isidoro Cañones. Porque lejos de ser un chiste termina convirtiéndose en eso que se muestra por estos días. En una incipiente fuente de indignación.


Escrito por

josevales

Soy José Vales y dicen que nací en el policlínico Eva Perón de General San Martín, en 1962. Que soy periodista desde 1985 y en los ratos libres se los dedicó al café. Dicen que después de años de vendedor (voceador o canillita)de periódicos en la vía pública y


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