Del Celac a Charlie Parker; de Bolívar a Sócrates
Publicado en El Universal on line el 5 de diciembre de 2011.
Hay semanas más difíciles que otras. Todas igual de importantes en el vía crucis sudamericano, donde los presidentes todos (incluso los que faltaron con aviso) arrancan exultantes con ese nuevo sello regional que es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que alumbraron el fin de semana, mientras por abajo todo sigue igual o con mayores y agudos conflictos. Mucho más si esos países tienen un potencial minero interesante para el futuro inmediato. Pero de eso no se habló en Caracas, sino en Cajamarca y en todo Perú, o en San Juan (Argentina) donde el gobierno de Ollanta Humala, pudo remediar momentáneamente la crisis.
Una semana que terminará el sábado con Cristina Kirchner debutando en su faz de presidenta del ajuste, más moderada, impulsada por la reelección cargada de votos, a llamar al orden a Rafael Correa, en ese afán por terminar con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero que empezó con medio mundo recordando las enseñanzas que dejó Sócrates.
No precisamente del Sócrates ateniense, sublime creador de la mayeútica. El Sócrates de por aquí abajo, tampoco escribió nada. Predicó con el ejemplo y enseñó con las pinceladas que la ética y la habilidad para el fútbol habían puesto a su alcance. Tanto dentro de en un campo de fútbol como en la vida. Lo bautizaron de mil maneras. "Filósofo del futbol", El Che Guevara de la redonda", " Magrao" ("Flaco") y como casi siempre le ponía música a todo lo que hacía y decía, un twittero lo recordó ayer como "El Charlie Parker del fútbol". Todos apodos acertados, si se toma en cuenta de lo que hizo de su vida. Ninguno mejor que este último apelando al más grande saxofonista que conociera el mundo del jazz para narrar su final, consumido por el alcohol.
Sócrates Sampaio de Souza Veira de Oliveira, tenía 57 años, era médico, y ex futbolista. Fue uno de los tantos grandes crack que suele dar el Brasil, pero también fue un activista genial contra la dictadura militar desde dentro de un terreno de juego. Fue la máxima expresión mundial de que un deporte que concita al 90 por ciento del planeta, puede ser la herramienta más formidable para el cambio social. Corría la década del 80 y Brasil no terminaba de deshacerse de la dictadura militar (1964-1985). El "doctor Sócrates", ideó dentro del plantel del Corinthians, lo que bautizó "La democracia Corinthiana". Todo se debatía, desde los horarios de entrenamiento, los salarios, los problemas del club, y los problemas del Plantel. En sus playeras aparecía una inscripción a años luz dl marketing. "Quiero elegir a mi presidente".
Murió el domingo, Padecía una cirrosis, fruto de su apego al alcohol. Era dueño de las definiciones políticas más sagaces que se la hayan escuchado a un futbolista. La política le apasionaba tanto que nunca quiso aceptar cargos públicos ni candidaturas a concejal o alcalde en la ciudad donde se había criado, Riberao Preto (interior de Sao Paulo). Una lástima.
Tenía en la cabeza cosas como esta: "muchas veces pienso si podremos algún día dirigr este entusiasmo que gastamos en el fútbol hacia algo positivo para la humanidad. Pues a fin de cuentas el futbol y la tierra son similares. Ambos son una esfera. Y a tras de una bola vemos niños y adultos, blancos y negros, altos y bajos, flacos y gordos".
Marxista de formación, demócrata convencido, vivió preocupado por el ascenso social de sus compatriotas. No en vano lo llora su amigo, Luiz Inácio Lula DA Silva quien lo calificó de "ejemplo de ciudadanía y consciencia política. Su contribución al Corinthians, al fútbol y a la sociedad brasileña no serán olvidados. Gracias doctor".
La presidenta Dilma Rousseff no dudó en calificar que el "Brasil perdió a uno de sus hijos más queridos.", mientras se metía de lleno a forzar la renuncia de su ministro de Trabajo, Carlo Lupi, para seguir adelante con su "Mani Puliti" ya reconstruir su gabinete.
No es la única En Argentina, la presidenta está en las mismas tareas. Llegará al sábado cuando le coloquen nuevamente la banda presidencial en el Congreso con un gabinete con pocos cambios pero esos pocos serán para encerrarse más en la cofradía que la acompaña desde los tiempos fundacionales del kirchnerismo. Como ya lo dijimos en este espacio Con un superministro, Julio De Vido, actualmente en Planificación, cargándose el peso mayor del gobierno a sus espaldas, acumulando varias carteras e influyendo en otras nuevas, que se están cocinando por estas horas, mientras la pelea por la Jefatura de Gabinete que vienen dando varios funcionarios, parece estéril. Un mismo apellido al actual seguiría figurando en el organigrama pero le pertenece a un hombre de viejo núcleo K que llegó de la Patagonia. Al menos en eso insisten algunos de los hombres que dicen saber leer el pensamiento de la mandataria, quien hace un culto de sus secretos.
En los días previos a la posesión, se terminarán de apretar las tuercas a las nuevas medidas de ajuste que afectarán a un clase media que terminó votando a la presidenta por ausencia de opciones y por amor al consumismo. Pero como el que avisa no es traidor, la jefa de Estado ya mandó a decir a través del poderoso De Vido, que la fiesta terminó y que llegó la hora de enfrentar la realidad, que puede ser más dura si la crisis global termina por amarrar en estas playas.
Kirchner cambió de alianzas (empresarios por sindicatos), (artistas por banqueros) y se teme que el sábado comiencen cuatro años de mayor conflictividad social con una inflación que superará el 35 por ciento anual y con la fuga de dólares que no se detiene a pesar de los controles cuasi policíacos del gobierno.
Así transcurre todo después de que en Caracas se sacara a pasear el sueño de una "Latinomérica unida e independiente", refrescando aquel Congreso Panamericano de Panamá en 1826, convocado por Simón Bolívar y obviando a Estados Unidos. Pero escondiendo, como casi siempre, los graves problemas de la región debajo de la alfombra junto con la dependencia política cada vez más evidente con los conglomerados mineros internacionales.
En tanto, los que creen que un mundo mejor es posible, padecen desde el comienzo de la semana -que comenzó con una gran pérdida-, un poco más huérfanos. Sócrates, el nuestro, "el que sólo sabía" abrir una defensa con un pase magistral y que en la política tanto como en el fútbol todo pasaba por "regalar mis goles a un país mejor", ya no está entre nosotros. Nos queda el consuelo de saber que hoy los gobiernos están convencidos de eso que él le enseño a millones de humildes personas desde un terreno de juego: que la vida no es otra cosa "que ganar o perder, pero siempre en democracia".