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El gobernador Carlos Soria y su esposa, Susana Freydoz en otros tiempos más armoniosos

Carlos Soria: El hombre que se impuso a todo, menos a su esposa

Publicado: 2012-01-08

A Carlos Soria, llegar a gobernador de su provincia, Río Negro, le había costado más de lo aconsejable, después de una laboriosa carrera política en las distintas líneas del peronismo por más de 25 años. Acababa de lograrlo al jurar en el cargo el pasado 10 de diciembre. Sentía que se había impuesto a todo. Incluso a su esposa, Susana Freydoz. La madre de sus cuatro hijos y abuela de sus dos nietos, dueña de un carácter tan fuerte como el suyo, medidos en frecuentes discusiones matrimoniales, hasta que la última, terminó en una tragedia. Un disparo del revólver 38 en el pómulo izquierdo del rostro del gobernador y ex jefe de los servicios de Inteligencia durante el gobierno de Eduardo Duhalde (2001-2003) acabaron con su carrera política y con su vida.

Durante su brevísimo mandato de 21 días, Soria sólo alcanzó a anunciar un ajuste de varios miles de millones de pesos, con el despido de miles de empleados públicos inclusive que había puesto patas para arriba la provincia.

Para llegar con la felicidad que transmitía en la noche la celebración del año nuevo, Soria había sabido acumular una considerable fortuna personal, había saltado cuantiosos escollos, tuvo que tejar alianzas con enemigos irreconciliables y hasta superar la inquina de la presidenta Cristina Kirchner, quien alguna vez lo había acusado de investigarla a ella y a su difunto esposo, cuando Soria era el jefe de los espías. Hijo de un histórico militante del peronismo en los años de la resistencia (1955-1973), Soria era un peronista ortodoxo. O sea un peronista a la enésima potencia. Pragmático hasta los tuétanos. De ahí que cuando debutará en la Cámara de Diputados en 1987, llegara encolumnado en la Renovación que lideraba el entonces gobernador bonaerense Antonio Cafiero, para dos años más tardes convertirse al menemismo y 10 años más tarde transformarse en un duhaldista furibundo. Ese año había asumido el ministerio de Seguridad bonaerense de la mano del caudillo Eduardo Duhalde, quien tras la caída de Fernando De La Rúa, se mudó al gobierno nacional con equipo y todo. A Soria le tocó dirigir a los espías.

Desde ese cargo, Soria sólo acumuló problemas. El asesinato de los dos militantes populares, Darío Santillán y Damian Kosteki, en junio de 2002, que a al postre marcó el final de la aventura de Duhalde en el poder, lo encontró denunciado por la participación de la SIDE (la secretaría de Inteligencia a su cargo), meses después, cuando ya Néstor Kirchner era precandidato a la presidenta, la hoy mandataria, lo acusó de mandar a espiar a la pareja. Soria, fiel a su estilo, nunca lo negó, sino que contraatacó con críticas a la entonces senadora. Esa relación recién había podido restablecerse en diciembre último cuando la mandataria lo recibió victorioso y convertido en el primer gobernador peronista de la provincia de Río Negro en 28 años de democracia. En el peronismo los triunfos suelen limar cualquier tipo de resquemor

Cada que vez que este abogado de 61 años, intentaba acceder a la candidatura a gobernador, solía quedar relegado por la dinámica interna del partido. Fue recién en 2003, cuando logró postularse y perdió frente al radical Miguel Sainz. Días después de esa derrota dio un paso atrás que significaría el despegue definitivo cuando fue candidato a la alcaldía de su ciudad, General Roca y ganó por 189 votos. Retuvo el cargo hasta diciembre último, cuando había asumido la gobernación que le duró 21 días.

Su carácter irascible, su tendencia a no poder ocultar ciertas actitudes machistas, que algunos de sus ex compañeros en la Cámara de Diputados recuerdan, eran su marca de origen. Eso y su hoja de vida política, llevaron a que entre sus pares y colegas se sospechará de inmediato, en un crimen político que rápidamente quedó desechado. Las investigaciones judiciales hasta el momento indican que en la madrugada del primero de enero último en el dormitorio matrimonial de la finca de frutas que el matrimonio poseía en la localidad de Paso Córdoba, a pocos kilómetros de Roca y rodeada de custodios, hubo una riña previa entre Soria y Freydoz, y que ella habría sido la autora del disparo “¿Qué hice? Yo no quería matarlo”, habría dicho según la reconstrucción testimonial de varios familiares hasta que su hija Emilia y su yerno, Mariano, habrían logrado arrebatarle el arma cuando intentaba quitarse la vida, mientras Soria, ensangrentado y semidesnudo, tirado en la cama, veía como se le iba la suya por el lado de la muerte.

Desde entonces, Freydoz reencuentra en la casa de una de sus hermanas, en la localidad de Allen. Recluida y con custodia médica y policial. Medicada con Alplax, lo que la hace dormir durante la mayor parte del día y aguardando que la justicia provincial le tome declaración el próximo 16 de enero. Eso luego de que las pericias que obran en poder del juez de Instrucción, Juan Pablo Chirinos, determinen que sus manos solamente tenían restos de pólvora. Una prueba clave para quedar imputada en la causa.

Luis Di Giacomo, médico psiquíatra y amigo personal de la pareja, sostiene que “hay que cuidar de Susana. Ellos no eran la familia Ingalls”, recuerda, pero y aporta un dato que podría ser clave para entender el por qué de este desenlace “fue ella la que hizo de madre y padre de sus hijos durante los largos años en que Carlos hacía carrera política en Buenos Aires”.

Por eso su abogado, Alberto Riccheri, ya trabaja sobre la hipótesis de que su clienta presenta hematomas en el cuerpo (muestras de una pelea previa con la víctima) y que habría actuado bajo emoción violenta, lo que podría determinar su inimputabilidad.

Apoyada por sus cuatro hijos, incluso Martín que heredó de su padre la Alcaldía de Roca, esa será la estrategia que se dilucida desde un primer momento. De hecho el vicegobernador y ahora reemplazante de Soria, Alberto Werentilnek, fue el primero que el domingo pasado habló de “un accidente doméstico”.

Pero fue el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la provincia, Víctor Sodero Nievas, un ex diputado y antiguo rival interno en el peronismo de la víctima el que hecho más leña al fuego del caso cuando dijo que “el crimen se dio por una supuesta infidelidad” de Soria para su esposa.

Esas declaraciones llamaron la atención y causaron un revuelo político, aunque Sodero se defiende al decir que “busco la verdad y que no se oculte nada”. Otras versiones indican que la pelea había empezado durante la cena en familia, cuando después de brindar una y otra vez, y hasta cantar karaoke con su nietos, dijo que se radicaría en la residencia del gobernador en la capital provincial, Viedma, “Pero solo” o sea sin la esposa. Lo que habría desatado el disgusto de Freydoz, la ira, la discusión y el tiro del final. Aun, cuando todo está por esclarecerse en el ámbito judicial y el ambiente político local no logra salir de su estupor, lo que está claro es que a Soria, creyó que tenía todos los frentes controlados, llevado por el convencimiento que se había sobrepuesto a todo, pero se dio cuenta tarde que en su propia alcoba en las primeras horas del 2012, su compañera de toda la vida, se estaba cobrando algo más que el apoyo marital a su carrera política.


Escrito por

josevales

Soy José Vales y dicen que nací en el policlínico Eva Perón de General San Martín, en 1962. Que soy periodista desde 1985 y en los ratos libres se los dedicó al café. Dicen que después de años de vendedor (voceador o canillita)de periódicos en la vía pública y


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